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Reflexión: El almacén

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Escúchala aquí :

El señor Toiler era muy trabajador y ambicioso. Orgulloso de su riqueza y de sus posesiones, la ambición que le impulsaba era llenar por fin su almacén hasta arriba. Sólo cuando estuviera lleno hasta rebosar de sacos de trigo, latas de azúcar, bidones de aceite, latas y cajas de alimentos se sentiría realmente satisfecho.

Cada día se anima a sí mismo a trabajar aún más:

 “Tendré lleno mi almacén pronto sólo con que trabaje duro y no afloje la marcha”.

Por fin, llegó el gran día. Al señor Toiler le fue absolutamente imposible meter nada más en su almacén. Incluso le resultó difícil cerrar la puerta del local.

Pensando en un retiro bien merecido, no pudo, sin embargo, dormir en toda la noche, esperando impaciente inspeccionar de nuevo su almacén por la mañana. Por eso le pareció fácil levantarse incluso antes de lo habitual, y salió deprisa de su casa.

Al llegar a la puerta del almacén, metió nervioso la llave en la cerradura, abriendo al fin la puerta de golpe. Horrorizado, se encontró con que el almacén estaba medio vacío.

“¿Qué le ha ocurrido a mi almacén?”, gimió el señor Toiler. “¡Los ladrones deben haber entrado durante la noche, robando la mitad de mis existencias!”.

Irritado, comenzó a examinar todo lo que quedaba, comprobándolo con la lista original para descubrir lo que había desaparecido. Sin embargo, todo parecía estar allí. No pudo comprobar la desaparición de un solo artículo. ¿Cómo podía entonces estar medio vacío el almacén si todas las existencias seguían allí?

“Bueno, no hay nada que hacer”, concluyó, “excepto trabajar aún más hasta que mi almacén esté lleno de nuevo hasta los topes”.

Durante muchos meses más el señor Toiler siguió trabajando aún con mayor ardor que antes, hasta que las puertas del almacén apenas se pudieron cerrar de nuevo. Después de otra noche de insomnio, volvió apresuradamente para hacer una inspección triunfal; pero, con mayor espanto aún que en la primera ocasión comprobó que faltaba la mitad de las existencias. Una vez más contó todo lo que quedaba comparándolo con la lista original. Cosa extraña; todo parecía intacto y no podía sospechar ciertamente de los ladrones. No quedaba más que hacer que trabajar todavía más y el señor Toiler consiguió por tercera vez llenar su almacén. Mas por tercera vez lo encontró de nuevo a la mañana siguiente lleno sólo a medias. El señor Toiler estaba lejos de caer en la cuenta de que sus riquezas no disminuían, sino que su almacén se ampliaba, dejando siempre espacio para un mayor suministro.

Tenemos que reflexionar sobre los peligros de la preocupación exclusiva por la prosperidad material, de la opresión del consumismo y la ilusión de que el progreso debe ser inevitable. También podemos pensar en la ambición, en la obsesión de nuestra sociedad actual por adquirir posesiones materiales siempre mayores. La finalidad no debe ser “el tener y el poseer”, sino “el ser y el disfrutar”. Pensemos en las ventajas de una vida de moderación; estar contento con lo que se tiene en lugar de suspirar por más.

Autor: Desconocido

«No eres el coche que manejas,

no eres lo que traes en la cartera

y no eres la ropa que usas.

Lo más importante es el SER, NO el tener.»

 

 

 

 

 

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