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Reflexión: El pequeño pez

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Un pequeño pez estaba nadando y retozando feliz en el fondo de su océano. Allí disfrutaba de la compañía de muchos amigos. Tenía para comer cuanto quería y no parecía carecer de nada.

Entonces comenzó a nadar hacia arriba, cada vez más alto. Nunca había subido tanto hasta entonces.

Me pregunto cómo serán las cosas allá arriba -se dijo. Parece que hay mucha más luz y veo las cosas mucho más claras que allá abajo.

En poco tiempo, el pequeño pez llegó a la superficie del océano. Se quedó sorprendido al ver lo hermoso que era el cielo, y se preguntaba qué pasaría asomándose por encima del agua. Incluso se las arregló por un segundo para sacar la cabeza a la superficie.

¡Qué bonito! ¡Qué excitante! -exclamó al ver el borde de la playa de arena.

Cuando se encontró de nuevo bajo las olas, se sintió abatido. ¿Por qué tenía que volver allá abajo, a aquella vida lóbrega y oscura en el fondo del océano? ¡Con la luz y el calor que había fuera! ¿Por qué no podía ir a vivir fuera, donde había mucha más claridad y calor?

El pequeño pez decidió salir fuera del agua dando un salto lo más grande posible. Entonces sintió el calor del sol más todavía. Podía también ver mucho más, más allá de la playa, hasta las ramas de los árboles, las bonitas flores y una calle llena de pequeños y pintorescos bungalós.

Pronto decidió llegar a aquella playa y comenzar una nueva vida. Nada se lo hubiera podido impedir. Comenzó a nadar enérgicamente hacia delante hasta que por fin se encontró fuera del agua en la arena.

¡Libre al fin! -exclamó. Ahora puedo disfrutar de una nueva y maravillosa vida, lejos de la vida insípida y fría del fondo del agua…

De repente sintió una sensación de ahogo.

¡Vaya! -murmuró. Estoy agotado. He nadado… demasiado deprisa… demasiado… rápidamente...

Intentó de nuevo recobrar el aliento, pero la sensación de ahogo persistía. Pocos minutos después el pequeño pez yacía muerto en la playa.

La historia de este pez nos recuerda que la felicidad es lo que somos y se encuentra donde estamos. Hay que aceptar nuestra situación y las circunstancias de la vida no con pasiva resignación, sino con positiva y activa alegría y gratitud. Hemos nacido para ser felices y somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra felicidad allá donde nos encontremos.

Autor: Desconocido

«La felicidad no es mi destino, es la actitud con la que viajo por la vida.»

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