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Reflexión: La roca

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Había una vez un rey muy sabio que, un buen día, decidió desplazarse hasta uno de los caminos más transitados de su reino para entorpecer el paso colocando una gran roca que lo hacía prácticamente intransitable. Tras depositar la inmensa piedra, el rey y su escolta se escondieron en el bosque para contemplar la reacción de los habitantes.El primero en llegar fue un comerciante con un carro tirado por caballos.  Y claro, no podía pasar.  Maldiciendo al cielo y a su rey por el mal estado del camino, dio media vuelta y se volvió a su casa. Ya volvería al día siguiente, a ver si ya le habían retirado la roca.

Al cabo de un rato llegó un grupo de ocho a diez peregrinos.  Vieron la roca y, al darse cuenta de que uno a uno podían pasar, la rodearon y  siguieron su camino sin preocuparse si los caballos o carruajes que pudieran venir después pasarían o no.

El tercero que apareció por el camino fue un hombre a caballo. Imposible pasar.  Se bajó de su cabalgadura y trató de empujar a la roca hacia un lado. No podía moverla.  Trató de desplazarla atándola con una cuerda y tirando con su caballo, pero nada.

Entonces, llegó un segundo viajero… aunque no eran muy amigos aunaron sus fuerzas y  los cuatro (los dos hombres y los dos caballos) se pusieron a empujar con todas sus fuerzas.  La roca se movió algo, pero no era suficiente. Animados por ese pequeño éxito, decidieron ir a buscar ayuda. Al cabo de unos minutos, ambos volvieron acompañados de sus respectivos hijos.  Eran ya una pequeña multitud compuesta por dos adultos, dos caballos y seis adolescentes que venían animados por la ayuda que se les ofrecía prestar a sus mayores.

Y entre todos no hubo problema. Empujaron juntos y lograron apartar la piedra tan molesta del camino. Alegres, se abrazaron y felicitaron por su éxito.

A continuación vieron que, debajo de donde había estado la piedra, había una saco y una nota que decía así:

“Querido viajero: aquí tienes 1000 monedas de oro…  Una auténtica fortuna.  Pero la mayor riqueza que te llevas no son las monedas sino la enseñanza de que uno siempre gana al superar las dificultades enfrentándose a ellas, buscando la ayuda necesaria para lograr lo que no puede hacer solo, colaborando a hacer con su esfuerzo un mundo mejor para uno mismo y para los demás.”

                                                                                        El Rey

 

Ese día, los dos vecinos mal avenidos recuperaron su amistad, llenaron sus arcas con 500 monedas cada uno y se volvieron a sus casas con una enseñanza que les cambió la vida y que les hizo felices… No dudaron en compartir esta enseñanza con todos aquellos que les rodeaban y que más lo necesitaban.

Autor: León Tolstoi

“El que hace sufrir al prójimo se perjudica a sí mismo. El que ayuda a los demás, se ayuda a sí mismo”

León Tolstoi

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