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Reflexión: El hombre sediento 

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Escúchala aquí :

Un hombre se perdió en el desierto. Al cabo de unos días y a punto de morir de sed vio como se acercaba una caravana. Reuniendo fuerzas alcanzó a gritar:

-Aguuua

-Pobre hombre, necesita agua. Rápido traigan un pellejo- dijo al verlo uno de los viajeros que parecía el jefe.

-¿Un pellejo? no, por Dios, este hombre no tiene fuerzas para beber en un pellejo, es mejor traer un cántaro- dijo otro.

-¡Qué complicación ! exclamó un tercero- es mejor traer un cuenco de madera-

-Aaa..ggua- susurró el moribundo.

-Pero hombre- intervino otro viajero- ¿no recuerdan que tenemos un vino excelente? el vino le reanimará además de calmarle la sed.

-Vosotros os habéis vuelto locos- argumentó el jefe- ¿Cómo vamos a darle vino sin saber antes si es musulmán?

-Aaaa..gg..ua, por favor- imploró el sediento.

Los mercaderes de la caravana no terminaban de discutir.

-Señores, ¿de verdad piensan dar de beber a este hombre aquí, a pleno sol?, primero debemos llevarlo a la caravana y ponerlo cómodamente a la sombra…

A los viajeros no les dio tiempo a porfiar más: aquel hombre acababa de morir en sus brazos.

Este magnífico cuento ilustra a la perfección una necesidad muy importante para todo individuo que aspire a una cierta estabilidad emocional, a unas dosis de felicidad y a un desarrollo personal. Me refiero a ser capaz de diferenciar aquello que es sustancial de lo que es accesorio. Muchas veces nos distraemos con aspectos de la vida que en realidad son irrelevantes y no tomamos conciencia de factores que sí son realmente importantes.

¿Y cuales son esos valores ciertamente importantes?  La verdad es que pocas preguntas tienen respuesta tan fácil. Respuesta que, por otra parte, ha sido señalada en muchas ocasiones en prácticamente todas las religiones y culturas: las personas. Los bienes materiales por los que a veces nos afanamos más allá de lo racional a pesar de tener sobradamente cubiertas las necesidades básicas, no son más que la periferia, lo accesorio de la vida, pero que suelen tener un enorme poder de seducción para la mente.

Pero las personas, es decir, tener alrededor personas a las que amar y ser amado por ellas es el mayor tesoro sobre la tierra y sin embargo solemos olvidar el cultivar y cuidar ese patrimonio.

No digamos si además esas personas atesoran virtudes, son intrínsecamente beneficiosas, si son buenas, inteligentes y sensatas, si sacan lo mejor de ti mismo solamente estando a su lado, si a personas así no las aprovechas porque te entretienes deslumbrado por el brillo falso de las baratijas mundanas, entonces el olvido de lo fundamental por lo accesorio, no solo será una estupidez, será prácticamente un morir en vida.

Autor: Desconocido

Discutir con un hombre que ha renunciado al uso de la razón, es igual que darle medicina a un muerto.

Robert F. Ingersoll

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