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Reflexión: El topo y la luz

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El topo verificó que todas las entradas de su madriguera estaban cerradas, como hacía cada noche. Bueno, a decir verdad, en su mundo siempre era de noche porque la luz no encontraba ningún resquicio para poder entrar, todo permanecía permanentemente cerrado y él mismo no salía al exterior. De hecho, el comprobar continuamente que las entradas estuviesen cerradas cuando nadie había ni entrado ni salido obedecía más a una manía instalada en su vida por el miedo y la rutina que a una amenaza real. Tan acostumbrado estaba a no encontrarse con nadie que había perdido la capacidad de hablar, y tan oscura era su madriguera que había perdido la capacidad de ver. Sin embargo el topo no sentía haber renunciado a nada. Mudo y ciego, su único interés en la vida era encontrar la comida para seguir desplazándose en su laberinto de galerías. A eso se reducía su mundo.

Pero, para su desgracia, aquel año estaba siendo particularmente seco y la tierra se había vuelto tan dura que sus uñas ya no lograban escarbar el terreno para alcanzar la comida, que para colmo se había vuelto escasa. Así que, contra su costumbre, se vio obligado a salir al exterior, a ese mundo hostil en el que no sabía desenvolverse, y a desplazarse por la superficie para buscar tierras más húmedas. En su camino encontró de todo: hubo quien, aprovechando su ceguera, le dio un puntapié o se rió de él; pero también hubo quien, viéndole tan impedido, le ayudó, y adivinando lo que buscaba le guió a tierras mejores, donde volvió a su vida de siempre.

Nuevamente solo, el topo hizo balance de su viaje. Ya sabía que sería tratado mal (era lo que ya imaginaba antes de salir), pero no esperaba que alguien se apiadase de él, y eso también ocurrió… Este recuerdo emocionó al topo. ¿Y si el mundo no estaba tan podrido como sospechaba? ¿Y si había motivos para la esperanza? Sí, seguiría en su mundo subterráneo, pero su imagen del mundo exterior ya no iba a ser tan negativa. Es como si una voz le estuviese diciendo: «Paz, paz» y su madriguera se llenase de luz…

También nosotros hemos vivido momentos de oscuridad en la vida, y hemos tenido que salir fuera de nosotros para hallar la solución. Encerrándonos en nosotros mismos, nunca podremos saber que fuera de “nuestra madriguera” existe otro mundo y otras personas que seguro pueden darnos motivos para la esperanza. Siempre hay una luz de esperanza cuando creemos que nuestras puertas están cerradas.

Autor: Desconocido

«Nunca pierdas las esperanzas. Los MILAGROS pasan todos los días.»

 

 

 

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